Acerca de resignificar la autobiografía a partir de la práctica…
Introducción
Una idea o un concepto se resignifica cuando adquieren un significado nuevo, que se agrega al que ya tenía, o lo cambia por completo. Esto ocurre por lo general cuando se cambia el contexto en el cual el concepto o la idea se aplican.
Resignificar una autobiografía desde la experiencia de las practicas, implica el intento de articular aquellas marcas que nos dejo el “oficio de alumno” con las que se produjeron en el desempeño del rol docente.
Alumno y docente implica no solo dos lugares distintos sino que cada término conlleva múltiples significaciones. Al desempeñar el rol docente contamos con un bagaje teórico-académico que muchas veces no es congruente o no se puede fundir con la experiencia escolar que nos precede y deja marcas. En este sentido, “la institución escolar constituye un espacio transitado y vivido durante muchos años en los que uno fue alumno (…) comenzar a trabajar como docente o hacer de la docencia un trabajo implicaría, para quienes se deciden por ello, volver a la escuela, o si se quiere permanecer, mutando si la posición: el alumno de antaño se convierte hoy (formación y titulo mediante) en profesor o maestro” .
La misma autora plantea que “la larga experiencia vivida como alumnos se convierte en un saber potente para quienes se dedican a enseñar (…) más allá de los aportes específicos que puede haberles brindado la preparación profesional” . Entonces se podría decir que lo que cada uno vivió en la escuela, en el aula, con los compañeros, con los distintos docentes, etc.; su experiencia como alumno constituye “la estructura básica” a partir de la cual se irá otorgando significado a la tarea de enseñar. Muchas veces esto se encuentra silenciado o no es reflexionado por el docente produciéndose como antes mencione una separación o conflicto entre el bagaje teórico- académico y el de la experiencia como alumno.
En el presente escrito intentare desarrollar mi experiencia en relación a esta separación o conflicto.
Autobiografía
En la materia didáctica especial de la psicología o la conocida 903 debemos producir la autobiografía de años escolares. La escribí, hace no mucho tiempo, citando en la introducción un libro que me sirvió de base para la confección de la misma. Transcribiré a continuación un extracto de aquella introducción:
Cuando comencé a pensar cómo realizar mi propia biografía de los años escolares, vino a mi mente un libro que leí cuando era niña (aproximadamente 13 años de edad). Lo busque en mi biblioteca rápidamente e inicié una lectura veloz. El libro al que me refiero se llama “Si yo volviera a ser niño”, de Korczak Janusz.
Se trata de un relato en primera persona. El narrador recuerda en el primer capítulo que cuando era chico, solía pensar muchas veces que haría cuando creciese. Despliega en varias páginas aquello que imagina. Al finalizar el capitulo reflexiona “…pensaba, pensaba mientras crecía de vedad. Ya tengo un reloj, bigotes, y un escritorio con cajones; lo tengo todo como los grandes. Y soy maestro de verdad. Y no me siento contento. No soy feliz. Los niños no prestan atención en clase; tengo que enfadarme siempre. Tengo muchos disgustos. Ya no tengo padre ni madre. Bien, pues, ahora empezare al revés. ¿Qué haría si alguna vez volviera a ser niño?”.
Escribir nuestra biografía es responder de alguna manera esta pregunta.
Mi autobiografía se baso en dicho libro dado que, en la mayor parte de la misma, desarrolle en primera persona mi experiencia como alumno en la escolaridad primaria. Describí mi experiencia en tiempo presente, grado por grado, develándose una mayor atención a la relación e impresión que dejaron en mi los docentes y la relación con la institución (horarios, características edilicias, rutinas).
En la segunda parte de la autobiografía y en un mismo apartado desarrolle mi experiencia en la escuela secundaria y en la universidad. Transcribiré un extracto de dicho desarrollo:
Colegio Secundario (1996-2000)
Título: Bachiller con orientación en Comunicación Social
Vote en mi primer año el nombre del colegio: Rodolfo Walsh. Mi paso por la secundaria, fue “si penas ni gloria”. No me lleve materias en ninguno de los años ni tuve mayores dificultades a nivel académico. Conservo recuerdos del periodo de mi secundaria en relación a experiencias personales, con mis amigas (que aún conservo de aquella etapa), de las primeras salidas, primeros novios, etc. En el colegio hacía lo mínimo e indispensable para “zafar”. Si bien había materias que me gustaban más que otras (psicología,historia,sociología), trataba de estudiar para todas por igual. En tercer año decidí que quería ser psicóloga.
Los recuerdos que tengo del colegio son de mis compañeros, de cómo me llevaba con ellos, y las cosas que hacíamos por fuera del colegio más que de los docentes y el contenido de lo que aprendí.
Facultad de Psicología (UBA): 2002-2006
Siempre digo que mi transito por la facultad fue como “una secundaria extendida”. Trabaje durante los cinco años que duro mi carrera pero 5 horas por días, tres veces por semana a tres cuadras de mi casa. Curse tres materias por cuatrimestre y dos en verano. En estadística conocí a Laura, nos hicimos amigas y cursábamos juntas todas las materias que podíamos y estudiábamos juntas. Recién en el último año fui tomando conciencia de la profesión y de lo que iba a trabajar. Antes de esto me anotaba en las materias por horarios, o por los dichos de compañeros. Más adelante la inscripción comenzó a ser por Internet así que perdí lo de la transmisión “boca en boca” del que ya había cursado la materia, Se decía: “esta cátedra es más fácil que la otra”, “anotate en esta comisión que el profesor es copado”, “la cátedra aquella es más psicoanalítica”, “más lacaniana”. La realidad es que sólo a posteriori pude hacer un análisis del recorrido. Por ejemplo me di cuenta que en las materias electivas casi todas las que elegí eran en relación a niños.
Algo que siempre me intereso fue el profesorado, me imaginaba mas dando clase en el nivel secundario que atendiendo en un consultorio. En cuanto me recibí, me anote y estoy cursando materias hasta la actualidad. Ya no es lo mismo, ahora trabajo y estudiar es más tedioso. Cursar las materias implica un cierto esfuerzo de mi parte pero el fin que persigo tiene más convicción que el que tenía cuando estudiaba siendo más joven.
Es notable que el desarrollo de mi experiencia en el nivel medio y superior en es menos extenso que el de mis años de escolaridad primaria. Resalte de lo recordado que al cursar la carrera de psicología me imaginaba más dando clases en nivel medio que atendiendo en un consultorio como psicóloga. Y es así que a la hora de realizar mis prácticas me intereso volver específicamente al colegio donde me forme.
A nivel personal es gratificante volver entrar al aula donde alguna vez estudie, atravesar el patio donde compartía agradables momentos con mis compañeros, reencontrarme con docentes que alguna vez fueron los mios y encontrar detalles que se mantienen después de 10 años de haber dejado esa institución en donde transcurrió mi adolescencia.
A nivel profesional o desempeño en la práctica docente se me planteo el desafío primordial de transmitir el contenido a enseñar intentando generar en los alumnos interés, motivación y que puedan significar o darle sentido a los contenidos en el encuentro o acto pedagógico. Desafío que también implica que ese encuentro resulte una experiencia gratificante tanto para mí como para los alumnos.
Encontré diferencias en cuanto a la experiencia en el nivel superior. Por un lado en este último, fue más fácil mi desempeño dado que yo me encontraba realizando una ayudantía en la materia en donde desempeñe la práctica. La motivación de los alumnos así como el compromiso aparecían como una variable dada, no a construir dado que los alumnos ya decididos en su profesión encontraban de entrada una significación propia en la adquisición de los contenidos valorada para el futuro desempeño. La dificultad surge en relación a los contenidos que presentan un mayor nivel de complejidad que en el nivel medio.
Otra diferencia fundamental en relación a la práctica en los distintos niveles recae en la dinámica grupal y la relación alumno-docente. Las particularidades de la educación media como el tiempo, el conocimiento entre los alumnos y el docente, la edad de los alumnos, etc. hacen que exista un grado de familiaridad, de cercanía y comunión propio de un grupo que está atravesando el cuarto año de cursada en la institución. Existen códigos, sentidos propios que el grupo fue construyendo en este recorrido que otorgan un tinte especial en la experiencia que conlleva como efecto que uno se sienta como el “extranjero” o “la novedad” que desestructura algo de la rutina que se venía desarrollando allí.
A continuación me centrare básicamente en mi experiencia en nivel medio.
La observación previa que realice, antes de estar “al frente” de la clase, me inquieto. Vi en ese grupo de 4to año mi propia experiencia, “nosotros (mis compañeros y yo) éramos iguales, hacíamos los mismo”. Me sentí familiarizada con esa suerte de estar al límite entre el respeto y la irreverencia ante la figura del docente, con esa fachada de “no me importa un bledo lo que esta vieja dice” que aparece como mostración ante los propios compañeros que a su vez se mezcla con esa especie de vergüenza de mostrar interés en lo que se está enseñando.
Asimismo viví como un “dejavu” la imagen de un docente que expone el tema de la clase casi robóticamente sin preocuparse si aquellos que tiene enfrente muestran un mínimo interés o no por lo que está diciendo. Ese día se tomaba recuperatorio a 6 alumnos y mientras la docente dictaba unas preguntas de análisis de texto a resolver en grupo, los alumnos se copiaban abiertamente y yo no me daba cuenta si la docente no los veía o no le importaba. Luego me dice “el trabajo en grupo no lleva nota porque es responsabilidad de ellos producirlo, pero si no lo hacen les pongo un 1”. Recordé inmediatamente 10 años atrás, cuando en un grupo de 6 alumnos era la única que trabajaba y esa misma docente nos otorgaba la misma nota a todo el grupo.
Seguidamente a la observación se realiza la planificación para el desarrollo de la clase. Tuve en cuenta cierta estructuración aprendida casi de memoria (tema, justificación, propósitos, objetivos, estrategias didácticas, actividades, evaluación, bibliografía). La planificación construida técnicamente desde un saber teórico se ve teñida por aquello que observe pero también por lo que despertó en mi, el recuerdo de mis años de estudiante, mi experiencia como alumna de 16 años. En ese punto teoría-practica-experiencia se aúnan y atraviesan el encuentro entre 26 alumnos y una docente en formación.
Siguiendo conceptualizaciones de Medina J. se podría decir que allí en el acto de enseñar se produce un conflicto entre el rol y la persona. El desempeño de un rol y la experiencia. En ese conflicto plantea que “solo si fluye el ser de la persona podrán influir mas acabadamente la didáctica, las técnicas, las actividades de su rol, de su ser docente”
El autor plantea que desconocer esta interdicción entre persona y rol puede retornar como patología de la relación docente-alumnos. En términos de práctica, se podría traducir como en desencuentro entre los alumnos y uno dando como resultado que no se produzca aquello que plantee como propósito de la enseñanza: la producción de sentidos.
En la conclusión de la autobiografía para la 903 plantee en el último párrafo:
De allí la importancia de la realización de este recorrido, que resignifica aquello vivido y a su vez será resignificado una vez que comencemos nuestro desempeño docente retornando a un mismo lugar pero mutando de la posición de alumno a la de docente.
La autobiografía permite reflexionar acerca de la experiencia vivida como alumno, dar cuenta de que esta experiencia deja marcas que darán sentido a la tarea de enseñar. Resignificar esta autobiografía luego del desarrollo de las prácticas conlleva el esfuerzo de repensar como nuestro rol no solo está determinado por la preparación profesional sino también por la experiencia como alumnos en las distintas instituciones que recorrimos.
Al realizar las planificaciones para desarrollar la clase se ponen en juego saberes teóricos, pedagógicos, técnicos pero también el bagaje de la experiencia personal. Al poner en práctica lo planificado no sólo hacemos uso de estrategias didácticas, recursos técnicos, saberes teóricos sino que también el desempeño de nuestro rol conlleva las marcas del pasado y la experiencia toda adquiere sentido a través de lo antes vivido. Es por esto que muchas veces durante la clase no solo me encontré transmitiendo los contenidos sino que también en la búsqueda de construir un sentido con los alumnos les contaba mi experiencia como alumna en esa misma institución y en esa misma aula.
Conclusión
Posiblemente la pregunta final que guía el eje de cualquier reflexión en torno al acto pedagógico sea ¿Por qué o para que enseñar? Tal vez esta pregunta se originó, aunque no explícitamente, en el pupitre de 1er grado observando a la señorita que me enseñaba a leer. Hoy tengo un esbozo de respuesta cuando estoy cerca de recibir el titulo del profesorado, tal vez el interrogante me acompañe cada vez que me encuentre al frente de una clase. Probablemente la respuesta se resignifique con la experiencia, en el ejercicio del rol docente. Y quizá encuentre nuevas respuestas a dicho interrogante aún el último día, el cuál frente a un grupo de alumnos les diga por última vez “y con esto finalizamos las clase”.